lunes, 3 de noviembre de 2008

El fantasma de Sam Bowie

Oregón es un estado discreto. El océano Pacífico baña la costa y su economía se basa en la industria maderera. Su superficie es la mitad del territorio español, pero la población es de sólo cuatro millones de habitantes. Poco más se puede destacar de este estado, salvo que acogió el rodaje de Los Goonies y que sus tierras vieron nacer a Matt Groening, creador de Los Simpson. En la actualidad y desde una visión global, su equipo de la NBA, los Trail Brazers, sobrevive en el salvaje Oeste con una de las plantillas más excitantes que se recuerdan, aunque supeditada a la evolución de sus jóvenes jugadores. Roy, Aldridge, Rudy, Oden simbolizan a la nueva NBA, moderna, reluciente y preparada, pero también serán los que en unos años vista tengan que acabar con un trauma histórico más en boga que nunca con la lesión de Oden: fulminar el fantasma de Sam Bowie, algo que la generación de Clyde Drexler y Terry Porter nunca logró. Eso y de paso reeditar el anillo de 1977.

Sam Bowie puede que haya soportado sobre sus hombros la mayor presión sometida jamás sobre un jugador de baloncesto: ser elegido en el Draft de 1984 por delante de Michael Jordan. En aquella noche histórica para el baloncesto se dieron cita los mejores jugadores nunca vistos en un mismo draft (Olajuwon, Jordan, Sam Perkins, Charles Barkley, John Stockton o Alvin Robertson). La primera elección fue de los Rockets, que no dudaron y escogieron como estaba previsto a Olajuwon, mito de la Universidad de Houston. La bomba detonó a continuación. Portland, con la segunda elección, optó por Sam Bowie y dejó que Chicago se llevara a un tal Michael Jordan. El resto de la historia es evidente para la creación de esta maldición. Bowie fue un discreto jugador lastrado por las lesiones mientras que Michael Jordan pasó a los altares del deporte.



Durante la década de los ochenta el equipo deambuló por la Liga aprovechando hasta las migajas el equipo campeón de 1977, con la leyenda Bill Walton a la cabeza, pero el equipo despertó en 1990 alcanzando la final de la NBA ante los Pistons. Eran los tiempos de Clyde Drexler, Terry Porter, Drazen Petrovic, Kevin Duckworth, Jerome Kersey o Buck Williams, un bloque de hormigón al que era muy complicado meter mano. Pero los Bad Boys de Isiah Thomas y compañía fueron demasiado para ellos. Lo volvieron a intentar dos años después, pero esta vez fue el destino el que les castigó y, paradojas de la vida, cayeron ante los Bulls de Michael Jordan, el número 3 del Draft de 1984.

Las mejores jugadas de la final contra los Pistons




Las mejores jugadas de la final contra los Bulls



A partir de entonces, el desierto, los problemas. Rasheed Wallace, Rod Strickland, Demon Stoudamire, Zach Randolph y Bonzy Wells entre muchos otros deambularon por una franquicia en la que sólo Sabonis puso alto el listón. Ahora la ilusión ha vuelto a los bosques de Oregón. La nueva generación, representada por Brandon Roy, LaMarcus Aldridge, Rudy Fernández o Greg Oden, es la señalada para derrumbar la muralla que no pudo tirar Clyde Drexler y que un día construyó el fantasma de Sam Bowie.

Más vídeos:

- ¿Por qué Lebron James nunca será el mejor?
- La misma comparación con Jordan (contextualizo: le pica John Starks, de New York, a tirar un tiro libre con los ojos cerrados). Obviamente, sobra decir si la mete o no.
- Las diez mejores de la semana

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por transportarnos de nuevo a esa época mágica donde el deporte de la canasta era si cabe más puro. "The glyde" era sin duda uno de los grandes....Igual habría que analizar, aunque fuese de soslayo, la travesía de Scottie por Oregón,ese jugador de perímetro sombra de sombras.Para mí archimegasobrevalorado (del club de Ito, ya sabéis el llamado "efecto Macinho")... pero es una opinión...Como aquel feeling que me hizo convertirme a los Mavericks sólo por aquel número 22, Gracias Panamá.Gracias Rolando, tú abriste el camino.
Enorme el artículo, Álvaro. Estos análisis que se remontan a épocas preteritas para reflexionar sobre acontecimientos de la rabiosa actualidad, para mi modo de ver,son tremendamente acertados. No se puede concebir el presente sin conocer la historia de cada pueblo, de cada ciudad, de cada rincón... Gracias


Armerman

Álvaro Macho dijo...

Se agradecen los elogios, pero deja de hacer la rosca a tu compañero de piso, jejejeje.

Eres grande